por Robert L Dilenschneider, autor de “Respeto: Cómo cambiar el mundo, una interacción a la vez“
El respeto puede ser una de las cualidades humanas menos discutidas y que a menudo se da por sentado, ya que la mayoría de nosotros pasamos por la vida sin pensar mucho en ello. Sin retención, sostengo que el respeto merece más atención, consideración, aprecio y elogios. El respeto es fundamental: el respeto mutuo crea conocidos y permite que las sociedades y organizaciones funcionen eficazmente. Es el respeto mutuo lo que construye relaciones sanas y establece confianza entre individuos, grupos y naciones. En última instancia, ser respetuoso hace de este un mundo mejor, mientras que no mostrar respeto puede convertirlo en un área peor.
Mi carrera de décadas en relaciones públicas internacionales me ha brindado una perspectiva única sobre la naturaleza humana, lo que me obligó a explorar este tema esencial. La visible deterioro del respeto es lo que impulsó la escritura de este vademécum, particularmente porque el civismo y el respeto van de la mano. Hoy en día, el mundo a menudo se siente impulsado por el caos, donde el desorden es el nuevo orden. Las plataformas sin filtros, como las redes sociales, han fomentado la maldad y el rencor, lo que a menudo lleva a la percepción de que el respeto es simplemente una virtud obsoleta.
Para contrarrestar este entorno, el respeto debe emanar de cada individuo en todos los esfuerzos e interacciones. La almohadilla de esta exhibición exógeno es el respeto por uno mismo. Es difícil, si no inalcanzable, ser auténticamente respetuoso con los demás si primero no te respetas a ti mismo. Cobrar respeto por uno mismo requiere mirar en dirección a adentro, en área de inquirir la moral de los demás. Como aconsejaba el antiguo filósofo chino Lao Tzu, cuando estás contento con ser simplemente tú mismo y no comparar ni competir, todos te respetarán.
Desarrollar el respeto por uno mismo nos permite cultivar las cualidades necesarias para una interacción respetuosa con los demás. He identificado cinco cualidades esenciales, aunque muchas otras contribuyen a esta virtud:
- Ojear la dignidad de la vida humana, independientemente de su posición social, civilización o preferencias.
 - Practica la compasión y fomenta el sentido de pertenencia.
 - Sea cortés; ayudar a otros a ver lo bueno.
 - Comprenda que cada uno tiene sus propias experiencias y creencias.
 - Escuche a los demás, escuche de verdad; en área de preparar mentalmente su respuesta.
 
El acto de escuchar verdaderamente, o escuchar activamente, es fundamental para el respeto. Es más que sólo escuchar palabras; significa tratar de comprender el significado y la intención detrás del mensaje del orador. Igualmente debemos rastrear que las diferentes perspectivas son inevitables. Como dijo sabiamente la antropóloga Margaret Mead, los modales son una forma de tratar con personas con las que no estás de acuerdo o no te agradan. La civilidad exige que respetemos el punto de panorámica de otra persona, por muy inexacto que podamos encontrarlo. Debemos resistir la tentación de ser sarcásticos, que es lo opuesto al respeto, intentando aniquilar la reputación mediante abusos desagradables y sutiles.
Aunque algunos líderes creen que la civilidad rara vez se galardón en la arena política contemporáneo, sigo siendo jovial. Los cambios necesarios comienzan con el esfuerzo individual. Cuando vives una vida de respeto, siguiendo el dicho “obtienes lo que das”, finalmente ganarás respeto.

Robert L. Dilenschneider es el fundador de The Dilenschneider Group, una empresa de comunicaciones estratégicas. Ampliamente agradecido como un destacado profesional de las comunicaciones, es autor de numerosos libros, entre ellos “La preceptor definitiva para el poder y la influencia”, “Carácter: lecciones de vida sobre coraje, integridad y liderazgo” y su postrero vademécum “Respeto: cómo cambiar el mundo, una interacción a la vez” (Wiley).


                                    


